Mi sueño desde hace tiempo ha sido viajar en un Crucero por las tibias y azules aguas del Mediterráneo.
Me he visto muchas veces disfrutando del sol, paseando por la cubierta del barco, meciéndome suavemente con el oleaje.
El recorrido imaginario por las ciudades de la costa Mediterránea, mas de una vez lo he hecho guiada por la ayuda que internet brinda actualmente. Conocer esos lugares tan distantes y tan maravillosos sin tener que pensar en diversos hoteles, traslados, comidas, equipaje, etcétera, me parece algo muy disfrutable y tentador.
Ya había reunido el dinero necesario para el viaje y estaba a punto de reservar los pasajes cuando me entero que un importante Crucero había quedado varado en las aguas oceánicas, sin poder tocar puerto. Ninguno de los que estaban cerca, admitía el desembarco.
Motivo: se sabía que varios de los pasajeros estaban contagiados con el coronavirus denominado Covid 19, que estaba causando estragos en China y varios países europeos.
¡Se me heló la sangre en las venas! ¿Sería posible?
La pandemia llegó a América.
Uruguay, mi país, fue declarado en emergencia sanitaria al presentarse el primer caso en Montevideo. El Presidente, que recientemente había asumido su cargo, junto a su equipo de trabajo y asesorado por un grupo de eminentes científicos, pidió a la ciudadanía el aislamiento voluntario ante la peligrosidad del virus; éste, se contagia en forma muy rápida por el simple acercamiento físico con un enfermo, atacando el sistema respiratorio y pudiendo ocasionar la muerte, principalmente a personas mayores y con enfermedades predisponentes.
Se suspendieron las clases en todos los centros educativos, públicos y privados, también los espectáculos y todo tipo de actividades donde se pudiera producir aglomeración de personas. El país quedó prácticamente paralizado. Se aconsejó no salir de las casas, haciéndolo solo por necesidad y tomando medidas precautorias, uso de tapabocas, alcohol gel e higiene con agua y jabón de todos los elementos que pudieran ser objeto de contagio. El lavado frecuente de manos con agua y jabón también se transformó en un hábito imposible de eludir.
Los hospitales y centros de salud se prepararon para una posible generalización de la enfermedad que iba en paulatino aumento.
En medio de esta crisis y la incertidumbre generalizada, se supo que un Crucero que venía de la Antártida, el Greg Mortimer, se encontraba varado frente a las aguas del Puerto de Montevideo con parte de sus pasajeros enfermos, algunos necesitando urgente hospitalización, lo que pudo hacerse de inmediato.
Las noticias que llegaban día a día informaban sobre los avances de la enfermedad en el Crucero, no solo se iban contagiando los pasajeros, también lo había hecho el médico de a bordo y parte de la tripulación. La angustia y la desesperación de quienes estaban lejos de sus hogares crecía; muchos estaban enfermos y los que estaban sanos debían permanecer aislados en sus camarotes
Demostrando gran empatía, el gobierno uruguayo brindó la ayuda necesaria y mediante cordones sanitarios, los enfermos fueron atendidos y tanto pasajeros como tripulantes pudieron finalmente, volver a sus lugares de origen, no sin que antes se realizaran innumerables gestiones por parte de la cancillería uruguaya, que no escatimó tiempo ni recursos para brindar el apoyo humanitario que se requería
Mientras tanto yo pensaba ¿Y si me hubiera tocado a mí una situación similar?
Aunque una pandemia no se presenta todos los días y esperemos que esta pase pronto, creo que mi sueño de viajar en Crucero por el Mediterráneo, quedará sin cumplir.