Más allá del Apocalipsis. Autor: Miquer Alberto Rivera Santiváñez

A vosotros que habéis contratado pasajes para el viaje más peligroso de todos los tiempos, hacia un reino que no es de este mundo.

Será bueno que sepáis algo al respecto de tal aventura. No está del todo claro si alguna vez habrá retorno al punto de partida terrestre. Lo mejor sería no haber comprado el boleto a precio de sangre. Ese viaje del cual la revelación no anticipó sus detalles, está condicionado por un grado que produce escalofríos, es decir “la eternidad, el tiempo que no tiene principio ni tendrá fin”.

El viaje gravemente promocionado durante más de un milenio a partir del los escritos del seguidor más amado del Cordero que quita el pecado del  mundo, explica entre sus condiciones, “el que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, siga inmundo todavía, he aquí yo vengo pronto, yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último…, la estrella resplandeciente de la mañana”.

Deberéis recordar que según anunciaba la voz que clamaba en el Jordán, diciendo “su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en el fuego que nunca se apagará”.

Por lo tanto, vosotros que tenéis casi listas las maletas, acostumbrados a tantos espectáculos de las procesiones, a los cánticos dulces, comilonas de pavos y cerdos, además de los vistosos regalos anuales; y habéis dejado en olvido las prácticas virtuosas a cambio de saldar vuestro daño con abultados billetes a la hora de las ofrendas y diezmos, para después continuar muy sueltos de huesos en los mil descarríos; alistad conscientemente vuestras almas para el viaje que haréis desprovistos de cuerpos y los incontables tesoros acumulados a espada, más allá del apocalipsis  hasta la estrella resplandeciente de la mañana, ese ardiente lucero de Venus donde se quemará la paja en el fuego que nunca se apagará. Estad preparados viajeros para experimentar los efectos de la travesía, siguiendo el portal de la cruz, después de haber aceptado la muerte de vuestra propia imagen y semejanza, que martirizada nuevamente por los caminos del dolor tendrá que caer para que recordéis en forma contundente lo que no se debe aceptar a precio de muerte. Y las mofas de los hombres y sus escupitajos acaso tendrán que repetirse unos tras otros sobre vuestras espaldas por haber permitido con firmas y huellas digitales aquellos votos que habilitaron a verdugos y jueces para seguir maltratando sin piedad la imagen y semejanza de Dios. Y cuando en vuestras sienes aparezcan los dolores insoportables de punzantes agujas, sabréis que son las espinas por culpa de la irresponsable y pesada carga colocada sobre la espalda ajena. Pero aún así habrá una luz de otro rango iluminando vuestro destino, y aunque se vislumbre el gigantesco infierno de Venus, ¡ojala! que la redención no permita el fin definitivo, y renazca el ofrecimiento de volver en el tiempo para no cometer la causa condenatoria. Entonces vuestro viaje a través de la muerte, tendrá remisión hacia su reino sagrado de Dios verdadero, hacia este mundo que es la vida.

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