A un lugar que volveré. Autor: Ofelia Luengas Lasso

Desde niña he tenido un gran gusto por las caminatas y por recorrer  los hermosos parajes de mi  país,  probablemente   debido al amor que mi padre sembró en mi corazón de viajar y caminar  por  Colombia, saboreando y deleitándome con sus paisajes,  sus maravillosos lugares y su exuberante belleza; este mismo amor inculco a mi hijo y a todos los chicos y chicas que toman mis cursos sobre el medio ambiente en la universidad. Me emociono hablando sobre los bosques, los ríos, las montañas, los pájaros y la gente…pero sobre todo de los niños y las niñas habitantes de estos sitios biodiversos y encantadores.

Ya no soy una hermosa muchacha ahora soy una mujer adulta cargada de recuerdos y vivencias, de dolores en el alma, de alegrías en   el cuerpo y en el corazón, de experiencias bellas y otras no tanto……. Pero sobre todo una caminante incansable, viajera feliz por mi patria y los rincones más extraordinarios de mi país Colombia, país  convulsionado y adolorido por la guerra y la violencia…. Pero aún así, viajo sin temor, camino por trochas y recodos que todos esquivan, pero que yo encuentro hermosos y solitarios.

Tengo en mi corazón y en mi mente muchos sitios dignos de ser considerados cada uno de ellos como el más hermoso que he visitado…. Pero ahora debo decidir en hacer honor a un sitio cercano a mi ciudad, a Cali, un sitio que sólo se encuentra a dos horas de la misma.

El municipio de Santiago de Cali está ubicado al suroccidente de Colombia, a 03° 27” N 76° 32” O, a una altura de 995 msnm,  bañado por siete ríos….. infortunadamente algunos ya muy contaminados. Los espacios fabulosos que bordean a mi ciudad están muy cerca a ella, a unas dos o tres horas, entre ellos puedo mencionar El Alto Anchicayá,  El Danubio, La Cascada y El Cauchal, caseríos que se encuentran dispersos sobre el borde de la carretera la vieja vía al mar  , que comunica a Cali con el puerto de Buenaventura, en otra época transitada por vehículos pesados y de carga, pero que demoraban  diez o doce  horas en llegar de Cali al puerto, hace más de setenta  años  y ahora en cambio existe la carretera pavimentada que comunica a Cali con Buenaventura en menos de dos horas……

Por lo tanto atreverse a viajar desde Cali a El Queremal y de El  Queremal a Buenaventura es darse un gran gusto, un banquete de biodiversidad, aire puro y silencio sacro.

El trayecto  se puede realizar en “chiva” – bus escalera típico de Colombia-,     en bus o jeep desde El Queremal hasta El Danubio recorrido que  se demora más o menos cuarenta y cinco minutos, es carretera destapada pero  en buen estado.  Se viaja a una velocidad entre 25- 30 km/hora, y como es una velocidad relativamente lenta, se puede ir apreciando el paisaje, sintiendo la humedad de la atmosfera, el viento fresco y  el agua que salpica de las cascadas que se encuentran a la orilla de la carretera y que el vehículo debe de pasar con cuidado.

Hace cuatro años estuve por última vez en este lugar,  antes iba tres,  cuatro hasta cinco  veces al año, lo hice por más de dieciocho años y nos aventurábamos selva adentro, río arriba, pescábamos de noche……

Hubo épocas en que no pudimos ir a este maravillo lugar, la situación del país no lo permitía, hubo matanzas, primero la guerrilla, después los paramilitares, y a veces el ejército…… y la gente civil en medio de este conflicto absurdo e irracional.

Ahora se puede viajar,  no hay problemas con el desorden público, pero el miedo quedó  grabado en la mente y el corazón de los habitantes del Valle del Cauca y sólo unos pocos se atreven a frecuentar este paraíso, esta franja grande de selva tropical y de bosque húmedo.

La última vez que estuve en El Danubio, lo hice acompañada con mi hijo, ahora un joven  de dieciocho años, en ese entonces un muchacho de catorce años.

Muchas veces fuimos acompañados por el padre de mi hijo, hoy mi ex esposo. Probablemente no volví a este hermoso sitio, por no hacer remembranzas del amor perdido.

Ir a El Danubio, es una delicia, después de extasiarse con todo el verde que se observa a través de la ventanilla del auto por espacio de cuarenta y cinco minutos, llegas al sitio del hospedaje….. un viejo hospedaje, de seis habitaciones…… utilizado por los motoristas y los escasos turistas que van a este sitio. El Danubio se comunica mediante un puente a la represa de El Alto Anchicayá, una central hidroeléctrica que abastece de energía al valle del Cauca.

En enero del 2005 estuvimos  en El Danubio, el padre de mi hijo, mi hijo y yo,  tres días los cuales  gozamos al máximo, pues es un lugar hermoso, tranquilo y silencioso. Muy poca gente va por allá, mejor dicho nosotros tres éramos los únicos turistas, este hermoso lugar ha sido azotado por la violencia, y la gente teme ir a pescar o a nadar. Todo el sector desde El Queremal hasta la salida a Buenaventura estaba militarizado, ya no hay guerrilla ni paramilitares, pero quedó una gran estela de sangre y terror, mucha gente murió. Cómo será la cantidad de gente que tiraron al río que la gente del lugar, los lugareños  que se atrevieron  a quedarse no pescan en los ríos, ni quisieron comer de nuestra pesca,  porque dicen que esos peces han comido carne de los muertos…… realmente es tonta esta creencia, pues hace mucho tiempo de estas muertes y tampoco fueron miles de personas….. pero nosotros respetamos sus creencias y  respetamos su dolor.

Después de enero de 2005, regresé con mi hijo en enero de 2008 y disfrutamos la cuenca hidrográfica del río Anchicayá – bueno, parte de ella – y gozamos  al máximo  uno de sus afluentes, el río Danubio,  el cual es de aguas cristalinas, transparentes, y cargadas de oxigeno. Nos deleitamos con la lluvia, con el paisaje, con el intenso verde de la selva, pescamos, cogimos sabaletas y sardinas, las cuales nos prepararon en la pensión donde nos hospedamos.

Ir solos los dos fue un desafío, una aventura, ya no estábamos con Carlos, el intrépido y aventurero, pues ya estaba fuera de nuestras vidas, se convirtió en alguien ajeno  a nosotros, dejó de ser nuestro compañero de pesca y aventura, un extraño.

Fue diferente pescar nosotros dos, madre e hijo, caminar por las trochas, vadear los ríos, nadar en sus cristalinas aguas, fue distinto pero maravilloso.

Igual nos divertimos, nos concentramos más en el trinar de los pájaros, caminamos más despacio, sin prisas, nosotros éramos los   dueños del paseo, los que mandábamos…éramos mi hijo y yo.

Nos atrevimos a ir solos, sin más compañía que nuestros corazones saltando de emoción. Tenía miedo y pensaba que no podía enfrentarme a la selva sola con mi hijo sin su padre, pero lo hicimos y miramos El  Danubio y sus alrededores  como si fuera la primera vez que lo visitábamos. Yo me sentía protegida por mi hijo, un chico de sólo catorce años de gran valentía y audacia.

Cuando llegamos al Danubio,  nos bajamos del bus, veníamos ebrios de saborear el aire fresco y puro, de mirar las aves, de observar el verde de los árboles y el multicolor de las flores, sobre todo de “el quereme”, la planta que le dio el nombre al pueblo de El Queremal. El color de la flor de El Quereme (Cavendishia quereme)  está entre el morado y el fucsia, dicen los que saben que regalar flores de quereme, hacen que se enamoren de quien las regala, o dar infusiones de quereme como bebida….. es un bebedizo de amor….. un embrujo..

Y estoy casi segura que yo me dejé hechizar por las múltiples flores de quereme que me regaló Carlos en la época de galanteo de su parte….. y casi que no salgo de su hechizo pues  su influjo duró dieciocho años sobre mi corazón.

Pero en el viaje  no sólo se ven flores de quereme y aves, también hay guatíes, venados, tatabros y serpientes….. de éstas últimas ni hablar, me las encuentro por doquier, hay cabeza de candado, falsa coralillo, cazadoras, verrugosos, serpientes muy venenosas, que se encuentran adentro de la selva y que muy rara vez se ven en la carretera destapada. El recorrido pasa por El Queremal, luego La Elsa, El Cauchal y El Danubio. Y nos bajamos  en el caserío  El Danubio, donde nos quedaríamos tres días.

Mi hijo es muy audaz y  yo soy algo cautelosa y aquel día del mes de enero de 2008  después de arreglar nuestro equipaje en el hospedaje, nos dispusimos a andar por el río Anchicayá, y para mi sorpresa  nos tropezamos con una cabeza de candado (Bothrops osbornei), estaba enroscada, parecía que estuviera cambiando de piel, yo me asusté muchísimo, iba delante de él, estaba tomando fotos a la orilla del río, a los charcos azules y profundos del río, cuando de pronto en medio de las hojarasca, la vi, estaba a sólo dos o tres metros de mí, tenía mi cámara pero no tuve la audacia de tomarle una foto, me contuve y me devolví sobre mis pasos, gritándole a Sebastian que no bajara, que se quedara arriba en el camino……. No le permití a mi hijo bajar a mirarla, ya teníamos bastante con anteriores encuentros con serpientes, en Pepitas, en el Jordán, en Robles y ahora en El Danubio, de modo que me puse drástica y no accedí a su petición de ver la serpiente cabeza de candado…..

Después del susto ante el inesperado encuentro con la serpiente decidí que era mejor seguir por el camino y no bajar al río, sino por unas trochas más definidas…. Después de media hora de camino bajamos al río, majestuoso, con sus aguas claras y diáfanas, es el río Anchicayá, a este río le caen las aguas del río Danubio. Debajo del puente que comunica el caserío El Danubio con la represa del Alto Anchicayá, allí justo confluyen las aguas del Danubio y la quebrada La Riqueza a las aguas del río Anchicayá, para finalmente terminar su trayecto este río en la bahía de Buenaventura sobre el mar Pacifico, llevando a su paso sedimentos que se depositan en la bahía, al igual que lo hacen el río Raposo, Dagua y Calima. Por supuesto que desde El Danubio a la desembocadura del río Anchicayá en la Bahía de Buenaventura hay muchos kilómetros de distancia y mucha selva inhóspita por recorrer.

Una de las emociones mas fuerte para mí y para cualquiera de los visitantes, es la abundancia de agua, por donde poses tu mirada, hay un río, hay un quebrada, el agua  brota de la montaña, por el musgo, y llueve continuamente, una lluvia tenue y pegajosa, que no siente fría debido al calor tropical y a la espesa humedad del sitio, y están también las cascadas, que abundan por toda la carretera.

Juan Sebastian y yo no terminamos de maravillarnos de estos parajes, nos sentimos afortunados de poder disfrutar del río, los senderos, las trochas casi impenetrables, de los tatabros que observamos de lejos – son jabalíes- , de los venados en las tardes,  de la pesca de sardinas, sabaletas y otros peces, para luego cocinarlos y disfrutar de su delicioso sabor; no bastaron tres días para gozarnos del Alto Anchicayá,  El Danubio y El Cauchal. Caminamos muchas horas, tomados de las manos, asombrándonos de las aves, del silencio, del sonido del río, del aire puro y del verde, el majestuoso verde de la selva. Este lugar pertenece al Parque Nacional Farallones de Cali, una reserva natural de más de doscientas  mil hectáreas.

Esos días de enero quedaron grabados en mi  mente, fue la comunión conjunta de mi hijo y yo con la naturaleza, teníamos en nuestros corazones  muchas emociones, pues por primera vez nos enfrentábamos a este sitio sin su padre, nos sentimos valientes y fuertes, pero al mismo tiempo conscientes de nuestra fragilidad, ya que nos sabíamos  vulnerables y a la merced de la selva y del temor que no dejábamos de tener por un probable encuentro con  alguno de los grupos armados actores del conflicto interno de nuestro país, puesto que aunque los pocos moradores nos aseguraban que ya no estaban por este lugar, de noche  ellos nos dejaban solos en la pensión y  se refugiaban en el monte, internándose en él con plásticos y cobijas, luego en la mañana regresaban mientras nosotros nos habíamos quedados solos en la pensión, escuchando los sonidos de la noche, algo temerosos pero finalmente nos quedábamos dormidos, después de sentir los latidos de nuestros corazones a punto de saltar de nuestro pecho, para tranquilizarnos y decirnos que nada nos pasará y efectivamente no pasó nada en esas dos noches, sólo tuvimos disfrute y goce de las noches de la selva que nos rodeaba con su majestuosidad y belleza.

Probablemente esta vivencia no es precisamente un resort o un viaje de citadinos, es un espacio para reconocernos vulnerables, sentirnos responsables por el planeta y disfrutar de aguas prístinas, de selva virgen y de biodiversidad extrema, es “ reservar del  mundo, un rincón tranquilo y salvarnos……”  (Mario Benedetti, no te salves).

Cierro mis ojos y recuerdo con nitidez los sonidos de este maravilloso sitio, añorando regresar muy pronto, pero temiendo que este espacio de selva y hermosura esté poblado de grupos al margen de la ley y me da terror confirmar que así sea, pues esta poderosa razón me impedirá volver a contemplar y vivenciar esta paraíso  de flora y fauna, de aire y agua, de tranquilidad y paz…….. pero dejaré de hacer lucubraciones en mi mente  e indagaré cómo se halla actualmente la situación de desorden público en este sitio para de una vez por todas saber a ciencia cierta si  podemos ir o no a gozarnos nuevamente este placentero lugar…..Porque sé y presiento que algún día no muy lejano a este lugar volveré.

16 comentarios

  1. Me han hablado en varias ocasiones de estos sitios, de su belleza y biodiversidad. Ahora que leo tu relato profe, me dan muchas ganas de poder ir a conocer y disfrutar de esta magestuosidad que describes.

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  2. y volví. Después de muchos años regresé a El Danubio, con mas años encima, mi hijo de 22 años y mi sobrino de 17. Fuimos los tres. El sitio sigue hermoso pero ya existe gran parte de la vía pavimentada, la ventaja: no está poblado. Pocas casas al lado de la carretera, la eterna humedad tropical, la deliciosa brisa y las cristalinas aguas del río Danubio, aun se conserva limpio sin contaminación, el caudal de sus aguas ha mermado, el efecto del Niño ha hecho mella en el volumen de sus aguas. Sigue siendo lindo pero ya no es mágico, y disfrutamos de sus aguas hasta el cansancio, nadamos y gozamos, pero ya la magia se fue.

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  3. Que relato tan Hermosoooo, de un lugar que conozco muy Bien,soy del Queremal Ingeniera Agronoma y tuve la Dicha y gran oportunidad de trabajar en esta zona desde el Queremal hasta el Danubio en 2010 y ahí reafirme lo maravilloso de mi tierra… y constantemente viajo por esta zona…hace 6 meses estuve en Agua Clara a 35 minutos del Danubio otro espectacular lugar te lo recomiendo…Ya no hay problemas de orden publico…

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  4. El solo hecho de leerlo me transporta a ese sitio, gracias a Dios he podido compartir varias caminatas con la profesora Ofelia y he conocido sitios fascinantes… Dios bendiga nuestro pais y que permita que lo podamos seguir aprovechando sin hacerle daño

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  5. ¡Muchas Gracias! Fue casi como recibir un boleto exclusivo para viajar en el tiempo con destinos inmediatos y simultáneos a todos esos sitios tan nuestros, pero que desde hace mucho no nos pertenecen (desde la emigración de Abuelos y Padres al exilio interno), “gracias” a la mezquindad de unos pocos, sus sucios negocios, oscuros intereses y fieles seguidores. ¿La satisfacción o el consuelo? Estuvimos ahí y “volvemos” cuando queremos, algo que con todo y su débil poder jamás pueden igualar ni evitar. Para eso no alcanzan poder ni riquezas, visa ni master card.

    Ahora debo retirarme a atender el presuroso llamado atropellado de mis recuerdos que reclaman mi injustificada ausencia mientras les explico que sueño que algún día ojala no muy lejano regresaremos con nuestros sentidos y sin necesidad de boletos.

    Peter Alexander Tuta

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  6. la Nostalgia me invade en este momento y por mis mejillas se deslizan lagrimas de mucha tristeza. es recordar ese lugar tan maravilloso donde tu nos diste la oportunidad de conocerlo y compartir con mis sobrinos..poder disfrutar de este sitio tan majestuoso …donde mi madre fue tan feliz. Es sentir nuevamente ese aroma a naturaleza …se que Dios nos concedera la oportunidad de volver algun dia. Gracias ofelia por querer tanto la naturaleza,,por ser tan sensible, por este relato tan bueno y autentico. definitivamente quien lo vive es quien lo siente………un abrazo tu hermana esperanza luengas l.

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  7. Un relato muy personal, vívido y nostálgico. Me trae el recuerdo de cuando visite por primera vez el Queremal y el Río Jordán en su parte Alta. Gracias por compartirlo.

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  8. me ha encantado el texto¡¡
    la escritora sin duda alguna posee una gran habilidad narrativa para sumergir al lector en el espacio, tiempo y lugar donde transcurren los hechos, dejandonos inmersos en la belleza del lugar y haciendo enfasis en lo bello del lugar y el pais en cuestion (colombia), debo decir que siento gran admiracion por la autora, sea quien sea.
    Mis mas sinceras felicitaciones a ella¡¡

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  9. Hermoso relato, me lleva a tiempo atrás cuando tus historias, en mi niñez, eran las favoritas, me transporta a esas noches de estrellas llena de cuentos, vivencias y anécdotas recogidas de nuestras salidas y paseos familiares; cada frase me hace imaginar aquel sitio que tan bien describes. Gracias por regalarme este momento lleno de tan gratos recuerdos! un abrazo!

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  10. Sé que volverás algún día, porque esto es maravilloso, es único es sano
    Sobre todo un encuentro con nuestra naturaleza es algo emocionante fuera de nuestra razón.
    Dios la bendiga, esto se lleva en la sangre.
    Gracias por permitir leer estas vivencias tan hermosas, únicas en la vida.
    Dios bendiga a todo aquel que lo haga.
    Exitos.

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  11. Caminante incansable recorriendo los caminos de nuestra amada patria…

    Yo, que también soy caleña y vivo en Cali, me he dejado cortar las alas por el miedo y cómo te parece que no conozco el sitio que tan magistralmente nos describes.

    «Algún dia será», me digo. Pero otra parte mia replica.: «Cuándo? Te alcanzará la vida para caminar tranquila por los caminos de Colombia?»

    Qué hermoso país turísticamente desaprovechado!

    Saludos paisana!

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  12. Que lindo! como muchas veces me transportas a este majestuoso lugar que aún no he tenido la oportunidad de conocer pero que estamos pendientes de visitar, gracias por compartir tus tesoros con nosotros y por reconocer el tesoro que tenemos… los paisajes de nuestra tierra.

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